¿Sabes qué es lo único que necesitas saber?
Envuélveme en torrentes acuosos
que logren de mi cuerpo hacer velero,
a ver si como un burdo marinero
naufrago por las costas de tus ojos.
Surcando el mar en ecos deliciosos
de besos clandestinos en febrero;
el sol me roba un guiño sabinero
y huye hacia horizontes caprichosos.
El ronco acariciar del oleaje;
el leve pronunciar de lo infinito;
la duda de un efímero momento.
El no poder parar el abordaje
a tu piel, cual corsario maldito
viviendo enamorado de un tormento.
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